Hoy hablamos sobre una gran opción para practicar senderismo en Cantabria y empaparnos de sus montes y naturaleza. Para ello nos desplazamos hacia el desfiladero de La Hermida, en concreto, al pueblo de Allende, situado a los pies del mítico Cueto Agero. Nos hallamos a su vez muy próximos a los valles lebaniegos, y a ello se debe el título de este post «El Portal de Liébana´´. El recorrido circular que hoy narramos, parte de esta pequeña localidad cántabra y, remontando la canal del Agero y haciendo cumbre en el Cueto La Hontanilla (al que siempre he oído referirse como Pico Agero), desciende hacia el collado Pelea y alcanza la idílica aldea de Cabañes. Desde este punto, solo nos queda seguir descendiendo a través de el salvaje cañón que forma el arroyo Robrejo para finalizar nuestra ruta de nuevo en el Allende.
Esta es una travesía que, sin ser excesivamente larga y dura, salva importantes desniveles y requiere de un mínimo estado de forma para poder disfrutarla plenamente. Salvaremos más de 1.150 metros de desnivel positivo, de forma prácticamente constante desde el inicio de la actividad. La distancia recorrida es de 10,5 km y empleamos aproximadamente 6 horas, con calma y disfrutando de un soleado e inusualmente cálido día invernal de senderismo en Cantabria..
Gozaremos de grandes vistas de principio a fin de ruta y transitaremos por entornos y ecosistemas muy variados. Nos hallamos a las puertas del valle de Liébana, a los pies de los Picos de Europa. !Preparen sus mochilas, porque nos vamos de monte¡
Comenzamos la aventura: Allende – Refugio del Agero
Partimos en ascenso desde el inicio, primero por pista hormigonada atravesando el pueblo hasta que esta se transforma en pista de tierra. Continuaremos por este camino hasta que, a la altura de una antena, abandonamos la pista cogiendo el ramal de la derecha. A los pocos metros enfilamos cuesta arriba por un huidizo y precioso sendero a través del denso encinar. Sobre nosotros, preside en todo instante la mole caliza de mas de 500 metros del Cueto Agero. A nuestras espaldas, la Peña Ventosa, el Cueto Valle y el desfiladero de La Hermida en su tramo mas meridional. Son cerca de 40 minutos hasta alcanzar, a pie de vía del sector de escalada del Resquilón, el refugio de escaladores que allí se encuentra.
Por un momento, abandonamos la espesura del encinar. Ya hemos ganado altura y la panorámica se amplia progresivamente. El último tramo antes de alcanzar la cabaña es de cuento, la mezcla de musgos, grandes bloques, encinar y acusada inclinación genera un ambiente mágico. Ya estamos en la cabaña, y tras un ligero tentempié para coger fuerzas para lo que se nos viene continuamos la marcha.
Senderismo en Cantabria: Subiendo la canal del Agero
La canal del Agero, vista desde abajo, como en la siguiente fotografía, pero sobre todo, vista desde la distancia, es una empinada, estrecha y encajada canal herbosa con sencillos tramos en los que el camino horada la roca. Pese a la marcada inclinación, progresamos sin mayores complicaciones siguiendo las zetas del sendero. Nos lleva menos de 30 minutos ascender esta canal de aproximadamente 300 metros de desnivel.
Durante el ascenso, tuvimos el privilegio de coincidir con pastores locales que conducían el ganado equino canal abajo. Todo un espectáculo difícil de explicar si no se presencia in situ. Tuvimos que hacernos a un lado para permitir el paso a los caballos. Algunos de ellos, los más miedosos, descendían con cierta torpeza ante lo agreste del terreno. Mientras, el pastor en su ardua labor, trata de guiarlos por el sendero más asequible, luchando por evitar lo que sin duda sería una grave caída para el animal en caso de errar el paso.
Alcanzamos ya la parte superior y la salida de la canal del Agero. Todavía estamos con fuerzas y sin duda falta harán. El ascenso no ha terminado.
Senderismo en Cantabria: Cueto Hontanilla e invernales de Pelea
Un breve respiro llaneando y continuaremos, ahora en ligera subida, bordeando las lomas al norte del Cueto La Hontanilla. Poco después el sendero se desvía y nos conduce en moderada pendiente por el medio de una riega que, resalte a resalte, nos conduce a esta amplia, solitaria y bella cima a más de 1.300 metros de altitud. Desde este punto la panorámica es inmejorable. Ahora es cuando el título del post cobra sentido y el valle de Liébana se extiende a nuestros pies, 1.000 metros más abajo. Al este, el Castro Cillorigo y la Peña Ventosa ponen punto y final, o más bien anuncian el inicio, de las estrecheces de la garganta del Deva. Al sur, la gran Cordillera Cantábrica y sus cimas nevadas. Hacia el oeste, una mirada a la alpina estampa que las estribaciones orientales de Picos de Europa y el macizo de Andara nos brindan.
El descenso de esta cima no es para nada difícil, si bien no hallamos sendero evidente y continuo. Descendemos buscando las amplias terrazas y zonas de menor inclinación a través de una gran ladera herbosa con algunos tramos de llambrias y pequeños resaltes siempre evitables.
Continuamos el descenso: Cabañes y el cañón de Robrejo
En esta etapa del camino, habiendo superado ya la parte físicamente más exigente, continuamos en fuerte descenso siguiendo una pista hormigonada que nos conduce directamente al pueblo de Cabañes. Donde el terreno lo permite, atajamos evitando las curvas de la pista, bajando a derecho por el prao, haciendo la pisada mas amable que en el duro hormigón y el caminar mas entretenido.
Se tarda media hora escasa en llegar a Cabañes. Una vez allí, hemos de adentrarnos en el pueblo hacia la izquierda, para enlazar con el camino que nos permite acceder de mejor manera al desfiladero que descendemos en esta última etapa.
Una vez en la garganta de Robrejo el camino es evidente en todo momento. Aguas abajo del arroyo, que en esta ocasión se halla rebosante y pletórico, cruzamos un puente. Queda muy poco, a pesar de continuar sumidos en la profundidad de este pequeño y atractivo rincón, para poner fin a nuestra aventura.
Poco a poco el sendero que venimos siguiendo se aleja del desfiladero y enfila hacia Allende. Finalizamos actividad con las últimas luces de un estupendo día de invierno practicando senderismo en Cantabria. El resumen es una estupenda jornada montañera con una buena dosis de esfuerzo físico y mucho, mucho disfrute y naturaleza en un entorno espectacular y que no entiende de masificaciones.
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